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"Por cesárea" de Dillom, un álbum de terror nacional


Habiendo dejado la vara alta con su ópera prima, “Post Mortem”, Dillom se dispone a contarnos en este nuevo disco la historia de un personaje siniestro y quebrado. Un relato que nos lleva de la mano como la madre del niño en el teaser del álbum, para recorrer en 35 minutos un sendero que se irá oscureciendo de a poco. La corrupción del protagonista, al igual que la narrativa, es progresiva. Será en “Últimamente”, el primer track, donde se detallan sus orígenes, marcados por el intento de suicidio de su madre y sus adicciones a los narcóticos.

“La novia de mi amigo” y “Cirugía” narran el primer acercamiento al amor, sensaciones de apego, el desvivirse por un otro y un romanticismo tóxico que deviene en la pérdida de la cordura. El segundo, con tintes similares a The Strokes en su armonía, nos introduce y advierte sobre niveles de intensidad insanos. Ambos detallan la necesidad de control, la posesividad y los rasgos psicopáticos que van aflorando, al punto de seguir los pasos de su amada como si fuera un espía o encomendándose en una misión suicida.

Andrés Calamaro es la primera colaboración del álbum, quien además de hacer coros recita unos versos en el tema “Mi peor enemigo”, donde el personaje ve venir la oscuridad y se reconoce hundido en ella. Hay pensamientos intrusivos, pedidos de ayuda, el hastío de sentir que las cosas no mejoran y, de hecho, pueden empeorar: “Tengo ese sin sabor que tiene un plato sin sal”. Reflexiones nihilistas que el propio Dillom comparte, para cuando el avance es nulo, tal como grafica el visualizer de la canción, con una persona borrando sus propias huellas.

Este LP puede dividirse en tres actos y el fin del primero llega con “Mentiras piadosas”, un interludio de transición a otro bloque que continuará con la historia exactamente donde la dejó. Con influencias de Kanye West y Kendrick Lamar pero en una temporada de Halloween, “La carie” cuenta con la participación de Lali Espósito. En un sample de María Elena Walsh (“Plegaria desvelada”) y sonidos terroríficos se destaca la resignación de nuestro protagonista, quien entiende que “hacer el mal es su única opción”.

“Por cesárea” se calza la medalla de identidad propia asegurando que no vas a escuchar nada parecido. Es una verdadera obra de autor. Las letras, efectos, referencias, arreglos musicales, clips, todo está perfectamente cuidado y cumple una función específica en virtud de un hilo conductor a lo largo de los 12 temas que trae. Son estos los detalles que delatan la pasión y el trabajo invertido en el proceso y los que generan un consumo totalmente orgánico, más allá de los algoritmos, al punto de haber carecido totalmente de publicidad previa al lanzamiento.

Las referencias e inspiraciones musicales varían y, de hecho, encontrarlas es un juego casi inacabable. Coquetea con el indie, el rock alternativo, elementos punk, boom bap, trap y algún rastro de psicodelia en “Reiki y yoga”. Escapándole a las etiquetas, Dillom pasó dos años componiendo el disco y se declara en las antípodas de la música mainstream, de aquellos que sacan productos musicales en lugar de obras sentidas para definirlos como sus “enemigos espirituales”

Popper, Clonazepam, cocaína, promiscuidad, morir y matar. Este combo es la letra de “Buenos tiempos”, un boom frenético a lo Beastie Boys cuyo poder hipnótico es capaz de hacerte mover la cabeza y los pies al compás de su ritmo. Tras dos minutos diez de duración, totalmente desenfrenados y provocativos, hay un quiebre dado por un sample de Kanye West (“Mercy”) para entrar en otra atmósfera lúgubre, con una voz casi gutural que dice “no pueden matarme, eh”.

La canción más controversial del disco es “Muñecas”, una auténtica obra de horrorcore. Este subgénero del rap tiene referentes como Eminem, Insane Clown Posse o Big L, y su objetivo es claro: contar una historia perturbadora a través de letras explícitas, sumamente gráficas y que sacan a relucir lo más perverso de la mente humana. Con tres cambios de melodía (la última similar al tritono del Diablo de Black Sabbath), este octavo tema desciende de la alegría a las penumbras.

Aquí el personaje llega a un punto de no retorno que había sido anunciado en “La carie” con la frase “¿Cuál es el problema si un poco me calienta la desgracia ajena?”. Ahora, disfruta de ver un cuerpo inerte, luego de mil vejaciones. Finalmente mató. “(Irreversible)”, como el film de Gaspar Noé, es el track que sigue, dando fin al segundo acto.

El punto cúlmine de suciedad llega en “Coyote”. Tema punk de 1 minuto con 49 segundos que recuerda un poco a Ramones o Blur y retrata la desesperación y paranoia que siente el protagonista. Un subidón que baja bruscamente con “Reiki y yoga”, una balada triste, psicodélica y antesala de la peor decisión: el suicidio. Tras una melodía que rememora a “I want you (she’s so heavy)” de los Beatles, queda solo el piano, dando la nota más grave posible, similar al interludio de “A Starosta, el idiota”, de Pescado Rabioso. Podría terminar, pero no.

“Ciudad de la paz” es el verdadero final o, quizás, un nuevo comienzo. Pensado como un credits roll, según Dillom, el último track emana una sensación de escena post créditos, donde finalmente aquel espíritu roto y oscurecido encuentra la paz, honrando el título. Con tintes de Tame Impala, de color blanquecino y voces sutiles, pareciera que estamos escuchando a Kevin Parker en su estribillo.

Esta historia psycho killer basada en villanos como Michael Myers de Halloween o Norman Bates de Psicosis será presentada primero en España y luego en Argentina. Aunque todavía no hay fecha confirmada, se sabe que el estreno será en el mes de junio.

La presión de haber tenido un primer disco muy aclamado fue salteada exitosamente y “Por cesárea” debutó en el noveno puesto a nivel global en Spotify. Se mantuvieron las alusiones y estéticas de cine de terror como en su predecesor, pero llevándolo a una fase más elevada con un guión transversal a todo el álbum.

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